Cubierta en el silencio, con su cuerpo de marfil,
llora cada noche, le llora a su doncella,
tras un río constelado que le ciega el alma
la vé, inerte y hermosa,
iluminando la melancolía de la espera,
abrazando en la distancia un sufrir que le responde,
solloza al sucumbir el alba,
y opacada
al ver su alma quieta y fría como se marcha,
se encierra en un lamento que la estremece
cada noche.
02 mayo 2008
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