12 noviembre 2010

...y los cuerpos dormían en el lago, sumergidos uno a otro, tan intensos, difíciles de apartar, la tranquilidad se respiraba en el universo, era eso, libertad, la que merodeaba el tiempo y los besos.

"¿Cuánto tiempo más estaremos así?", soltando una lágrima al imaginar despedida, "¿por cuánto tiempo más será verdad lo que mi corazón y mi alma respiran?".

"No te engañes", le decía, "somos cuerpos, somos vientos, dependemos de tantos factores, que a la vez nos sentimos encerrados en un solo sueño, quizás tus palabras no tengan el mismo sentimiento en unos minutos más, cuando de vuelta la cara y pienses sobre lo que te acabo de decir, quizás tus palabras no tengan el mismo sentimiento cuando volvamos, y aparezca alguien nuevo, o tus ganas o las mías se sumerjan por el deseo de descubrir, de besar otros labios, simplemente disfruta, sólo tenemos una oportunidad de vivir, quizás te diga otra cosa, cuando me confirmen que después de éste ciclo, nos esperan otros, y otros más, pero temo que aún no es así".

Luego de aquello, el muchacho lo miró con odio, pero al pasar unos segundos descubrió que el camino que su acompañante le mostraba era realidad, pero no sabía bien si se sentía tan dependiente de aquella.

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