Sediento en lo prohibido,
cruzando su alma del despojo,
acariciando inerte
el rompimiento de cristales,
aferró sus puños y...
Luz de medianoche,
fingé solitaria junto a mí,
abrazando entre temores
un suspiro que engaña.
Quizás la voz agonizó mis pasos,
cuando su piel aferró en mi sed,
entre el lamento que cautiva
sumergí mi cuerpo,
cegandome en su voz vertiginosa.
Ahogado entre lo incierto,
mi sentir desnudó en la voz,
atravesó caminos fríos
que caducaban en dolor,
añorado en su regreso
inmutado en ambición.
Entre la danza de su vientre
un mar precipitaba junto a mí,
abrazado en la caricia indiferente
el rito culminó.
Levantó entre la noche,
el acero moribundo,
decapitó entre el silencio
mi destino,
aún viviendo lo ví marchar,
cuando aún el frío no me acababa.
19 junio 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario