10 junio 2008

Tristeza




Querida, calme su tristeza, quizás deba renacer entre la hierba nueva, pero no llore del lamento, ni cuando opaque el tiempo, pero cuidado mi niña, que la cobardía muerde, entre la mente y tus manos, recorriendo aveces un mar desesperado, y cuando no escuche su cuerpo llorar, significará que se marcha lejos, dejando su sentir perplejo, plasmando al recordar su sonrisa dulce e inerte.


Un llorar disperso gobernará su cuerpo, al sucumbir el mañana, el frágil recuerdo crecerá, y mientras la calma demore en llegar, su sonrisa perdurará en el sentir de aquellos, lejana en el tiempo inquieto y solitario.


Querida sus lágrimas se sacuden frías, alzadas a un río constelado en la mar, entre la espuma hambrienta su corazón escapa perdido, acorazado entre la umbra profunda, y de tiempo al reto su respirar culmina.

No hay comentarios: