Desprenda del torso muchacho,
que el día se acaba,
y cuando su sonrisa se vaya
un mar lo ahogará.
Es el miedo mi cielo,
pero no espante el recuerdo,
que al sentir dos luceros llorar
un frío sacudirá intenso.
Al caer la noche,
los sueños seducirán su alma,
al sentir sus palabras
recorrer el cuerpo,
y donde estarán los besos,
que sin prisa ni causa,
se esfumaron con el viento
perdido y olvidado.
09 noviembre 2008
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